jueves, 31 de mayo de 2012

Día a día

Día día siento cómo caen
todos los pilares que había levantado.
Un abrazo, media sonrisa y dos palabras
son frágil despedida.

Día a día empiezo de nuevo
una misma lucha distinta
contra mí
que sólo yo pierdo.

Y me pregunto hasta cuándo
giraré la ruleta para encontrarla,
la suerte o a mí mismo,
cuándo tornará la balanza
donde pesé mi corazón
frente a una pluma.

martes, 29 de mayo de 2012

Fotografías con palabras

Al principio, intenté elevar mis versos
al panteón de los eternos, los universales,
al canon de la perfección.
Se precipitaron por las escaleras
y quedaron espatarrados contra la pared.

Entonces comprendí que no hace falta elevar
a grandes ideales los simples versos.
La poesía está escondida en las acciones sin sentido,
en los sucesos banales y las cosas vulgares.
Todo tiene su misterio si se observa
con el sentimiento adecuado,
si se piensa con el corazón.

Obviamente, estos versos nunca serán
eternos,
universales.
Nadie los comprenderá excepto yo
(ni siquiera totalmente)
y quizás algún que otro amigo.
No importa.
No buscan ser recordados.
Tan sólo buscan fotografiar con palabras
este o aquel momento concreto.
Y la perfección no existe,
así que las fotografías tendrán,
inevitablemente,
cierto ruido de acciones sin sentido,
de sucesos banales y cosas vulgares.

Hay días que sientes...

No tengo miedo a la noche dorada
en que sé que todo saldrá bien.
Hoy, ahora, podría conquistar el mundo.
Así lo siento.
Pero me da un poco de pereza,
así que me acostaré pronto.

jueves, 24 de mayo de 2012

No he conseguido olvidar

Bailé con su mentira
entre el alcohol de la noche y las estrellas,
escuché su locura en una mirada
y comí hasta hartarme
de un plato en el que servían su risa.

Y ahora caigo a la calle,
mendigo de una ilusión,
aspirante de un sueño imposible,
con la impotencia de una mota de polvo.

No bebí lágrimas ni lloré sonrisas
tampoco.
No hizo falta: mis labios estaban secos,
presos de una ausencia de otros labios.

Aún no he conseguido olvidar, es cierto,
aquella noche que pisoteé las flores
de aquella calle
sin darme cuenta,
sin percatarme apenas
de que mis pasos me llevaban por un camino
donde muchas cosas quedaban atrás,
muchas.

miércoles, 16 de mayo de 2012

A todos los ciegos que no quieren ver

La tinta fluye rápido.
Tiene prisa por evitar
que la noche cierre mis párpados.

Muchas veces me preguntaron quién era,
qué verdad se escondía detrás de este rostro.
La respuesta es sencilla: poesía.

Sí. Hace falta ser poeta para desentrañar
mi alma.
No es algo tan difícil.
Hay muchos más poetas de lo que la gente cree,
pero tienen vergüenza de admitirlo
o, mayormente, no lo saben.
No es algo tan difícil.
Todos lo somos, a veces.

Así, hace falta ser poeta para desentrañar
mi alma, igual que es necesario
ser persona para desentrañar mis poemas.
Y es que mi esencia está escrita en cada palabra,
en cada verso. Pero no en la palabra misma
o el verso. No hay que ser literales.
Literalmente, nunca se comprende nada.
Mi esencia está guardada en su poesía,
a la vista de todos los ciegos que no quieren ver.

Podría seguir escribiendo.
La luna aún no cierra mis versos
y mis ojos chapuceros fluyen rápido.

Anhelo comprender la vida.
Comprenderla en su esencia y en su ausencia
de la forma más pessoana de todas.
Las cosas son, sin comprenderse.
Son por el hecho de ser
pero pierden su esencia al comprenderse.
La esencia de las cosas ocultas.
Todo, cada parte ínfima del mundo
(y también todo), sigue siendo un misterio.
Qué remedio. ¡Y qué alivio!

Es muy fácil hablar, así y ahora
bajo el misterioso influjo de la luna
de estas cosas. Escribir palabras
malsonantes para oídos afilosóficos
o apoéticos. Es muy fácil fingir
que sé de lo que hablo.
Que comprendo mis propias palabras.
¡Ja!
Mis palabras guardan, oculta para los ciegos
que no quieren ver, mi propia alma,
mi propio yo.
¡Y nunca aspiré a comprenderme!

jueves, 3 de mayo de 2012

Tipos de calles

Las calles de adoquines desnudos
claman un hondo silencio.

Se deshielan poco a poco,
llorando por el invierno,
las calles de cemento mojado.

Las calles de semáforos pintarrajeados
sonríen por igual a peatones y coches.

Vomitan los cuervos las cenas
de hambre
en las calles de bares olvidados.

Otras, las calles de pies lácteos,
se estremecen
como tiemblan las estrellas
cuando la Tierra estornuda.

La vida

La vida es un ir y venir
de escritos que claman por ser impresos,
de gotas de lluvia que cantan a los domingos
y escobas que se disfrazan de lobos.

La vida es un sinfín
de recuerdo almohadillados por el polvo,
de imágenes sin tiempo de estufas
en invierno.

La vida es un cuento colorado
de hadas brillantes
y monstruos de cemento,
de sonrisas dulces
y puñaladas sin aliento.

La vida escapa y vive
en las notas de los pianos
cualquier noche de Tierra llena.
Y es que vive en la Luna,
compartiendo teléfono por cable
(entre los cielos y las nubes)
con la planta de judías mágicas
por la que ascendieron E.T. y el Principito.

¡Ja, ja, ja!
Su risa cristalina se escucha aún en todos los lagos
donde viven su vida las sirenas
y los gatos.