- Buenas tardes. La operación ha sido un éxito. Hemos dado un golpe que las Grandes Familias no podrán revertir: no ha quedado ni uno vivo. Los Campazzo han protestado cuando se han enterado, pero cuando mis hombres han borrado del mapa a Paolo han dejado de piar.
- Muy bien, muy bien... Buen trabajo.
-Gracias, Padrino.
- Siempre te he tenido en gran estima, Giorgio. ¿Sabes? Justo estaba pensando si de verdad esto tenía un sentido.
- ¿Esto? ¿A qué se refiere?
- A la mafia, el crimen, los negocios...
- Pero qué cosas dice, Padrino.
- No, no, lo digo en serio. Estas cosas siempre acaban mal. ¿Por qué seguimos, Giorgio? Siempre llega un día en que todo se viene abajo y otros pasan a ocupar tu lugar. Lo que viene rápido, rápido se va. Y todo viene rápido en nuestras vidas, Giorgio, y rápido se irá.
- ...
- No me juzgues. Con la edad uno acaba pensando en estas cosas, ¿sabes? Es un poco como la vida. O más que un poco. ¿Por qué, si todo se acaba, si tenemos la certeza de que todo se acaba, por qué seguimos? No tiene mucho sentido mirado así, pero hay que intentar dárselo... No me mires así, muchacho, no quiero compasión, no ahora. Si has venido a matarme... Guárdate esa mordaza, coño, déjame que al menos sea digna. Y rápida. No gritaré, no suplicaré.
- ¿Ya sabías que venía...?
- Lo he leído en tu cara, hijo, sabría que este día llegaría... Pero te decía, no te cuento todo esto porque hayas venido a matarme. Mátame. Si te cuento esto es porque uno al final de su vida hace cuenta de lo que le ha quedado por decir, por hacer... Y para hacer es tarde, pero decir siempre se puede. Y ahora ya...
- Lo siento, Padrino...
- No, no es bueno sentir en este mundo.
- Yo...
- Joder, que no quiero explicaciones, Giorgio, si no las habría pedido. Yo hubiera hecho lo mismo en tu lugar. El negocio es el negocio. Y ahora ya... No te esfuerces, sé un poco hombre y calla. Las putas palabras siempre estropean las despedidas.
- Muy bien, muy bien... Buen trabajo.
-Gracias, Padrino.
- Siempre te he tenido en gran estima, Giorgio. ¿Sabes? Justo estaba pensando si de verdad esto tenía un sentido.
- ¿Esto? ¿A qué se refiere?
- A la mafia, el crimen, los negocios...
- Pero qué cosas dice, Padrino.
- No, no, lo digo en serio. Estas cosas siempre acaban mal. ¿Por qué seguimos, Giorgio? Siempre llega un día en que todo se viene abajo y otros pasan a ocupar tu lugar. Lo que viene rápido, rápido se va. Y todo viene rápido en nuestras vidas, Giorgio, y rápido se irá.
- ...
- No me juzgues. Con la edad uno acaba pensando en estas cosas, ¿sabes? Es un poco como la vida. O más que un poco. ¿Por qué, si todo se acaba, si tenemos la certeza de que todo se acaba, por qué seguimos? No tiene mucho sentido mirado así, pero hay que intentar dárselo... No me mires así, muchacho, no quiero compasión, no ahora. Si has venido a matarme... Guárdate esa mordaza, coño, déjame que al menos sea digna. Y rápida. No gritaré, no suplicaré.
- ¿Ya sabías que venía...?
- Lo he leído en tu cara, hijo, sabría que este día llegaría... Pero te decía, no te cuento todo esto porque hayas venido a matarme. Mátame. Si te cuento esto es porque uno al final de su vida hace cuenta de lo que le ha quedado por decir, por hacer... Y para hacer es tarde, pero decir siempre se puede. Y ahora ya...
- Lo siento, Padrino...
- No, no es bueno sentir en este mundo.
- Yo...
- Joder, que no quiero explicaciones, Giorgio, si no las habría pedido. Yo hubiera hecho lo mismo en tu lugar. El negocio es el negocio. Y ahora ya... No te esfuerces, sé un poco hombre y calla. Las putas palabras siempre estropean las despedidas.