"Hace tiempo que camino a oscuras. Camino a oscuras, por un sendero marcado con antelación, tengo miedo de lo que pueda pasarme si me salgo de él. El ruido de mis pasos rebota contra la oscuridad y atormenta mis oídos, amenazando con dejarme sordo. No tengo comida ni agua. ¿Acaso los necesito? La lluvia empieza a caer. Sí, no me preguntéis cómo, pues como vosotros pensaba que estaba en un lugar cerrado, donde la única opción era seguir el camino. Pero no, la lluvia cae sobre mi cuerpo desnudo y me moja, haciéndome sentir frío. Ah, ahora recuerdo que se me había olvidado comentarlo, estoy desnudo. Aunque, pensándolo mejor, primero tendría que averiguar si tengo cuerpo, pero esta oscuridad opresiva no me deja ver nada.
Sigo andando por el sendero durante horas, días, años. Espera un momento. No tengo reloj, quizá sólo es un segundo que se me ha hecho eterno.
Así que sigo caminando, durante este eterno segundo, buscando algo, pero nada en concreto, es decir, sin buscar nada. Camino. ¿Por qué camino? Porque hay un sendero delante de mí. ¿Por qué no voy a otros lados? Pero qué cosas preguntas, en otros lados no sé si habrá camino.
De repente, noto una presencia a mis espaldas. Sorprendido y aterrado, me doy la vuelta. ¿Cómo imaginar que hay algo más aparte de mí y el camino? No veo nada, pues todo está oscuro, pero alcanzo a intuir la presencia de otro "algo". Primero, un escalofrío me recorre. Después de unos instantes, emocionado, la abrazo. Tan ansiada, la había esperado durante todo este tiempo sin saberlo. Me dejé llevar por su suave tacto, sus dulces caricias, el sentimiento de que me elevaba lentamente, gozando de su presencia.
Mientras continuaba la placentera ascensión, separé un momento la vista de mi salvadora y "observé" (mejor dicho, intuí) la presencia de otros, que, como yo, seguían un camino prefijado. Seguí ascendiendo, mientras continuaba observando la variedad de caminos:
Había caminos paralelos, donde los caminantes, aparte de intuirse el uno al otro, poco más podían hacer, sus senderos nunca llegaban a cruzarse. Había otros solitarios (como el mío), que ni siquiera podrían intuir nunca la presencia de otro alguien. Otros, se cruzaban en ciertas partes, de manera que los caminantes podían disfrutar de otras presencias en determinados momentos. Los que más me llamaron la atención fueron los caminos que avanzaban unidos, es decir, los caminos de 2 personas. Qué felices debían ser.
Continúe subiendo, mientras mi vista alcanzaba curiosa a más y más caminos. De repente, apareció uno que llamó mi atención. No era un camino cualquiera. Su caminante, lejos de dejarse guiar por la prefijación de su sendero, lo agarraba con fuerza y lo iba girando, a su gusto. Escandalizado, me pregunté cómo era posible. Quién se creía aquel, que pretendía cambiar la dirección de su camino. Sin más, terminé mi ascensión, con la frustración aún en la mente."
Los presentes aplaudieron, emocionados, ante el relato que acababan de oír. El que lo había leído acataba los aplausos agradecido. Sin duda, era un gran relato, el relato de su muerte.
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