Aceptar
He de aceptarlo. Aceptar que nunca
volverás a ser mía.
Que nunca volveré a sentir tu cuerpo cálido
entre mis brazos y mis manos no podrán
volver a perderse entre tu cabello castaño.
Que nunca volverán aquellas tardes y noches,
en aquel banco, besándonos
en aquel dulce juego de enamorados.
Pero... ¡duele tanto! No puedo.
No puedo concebir no volver a verte
como lo hice un día
(hasta hace tan poco...).
No. Mis lágrimas gritarán al vacío
palabras de amor que habrán de perderse
como si nunca hubieran existido.
Madurarán y se marchitarán mis ojos
y conseguirán olvidarte. Pero mis labios no,
mis labios seguirán esperando los tuyos
en aquel parque oscuro,
noche a noche, sentados en aquel columpio
donde por primera vez se encontraron.
En silencio
Todos esos sueños que un día alimentaron mi alma,
¿qué son hoy sino polvo que arrastra el viento?
Todos esos horizontes místicos al alba,
esas noches estrelladas de manos unidas,
de palabras de amor y labios hablando.
Toda esa felicidad que me inundaba,
¿quién me la robó y la guarda?
Una mariposa de cartón se deshace
en el horizonte como arena al viento:
en silencio.
Duele
Mis lágrimas callan y callan los pájaros
en perfecta sintonía armoniosa de silencio.
Intento hacer como si nada ocurriese,
ser amable con todo el mundo.
Pero no puedo. Duele, sí, duele.
Siento como si siempre hubiera tenido dentro
mil y un esquirlas punzantes de hielo.
Hoy, feliz Día de los Desenamorados,
se han dispuesto a caer todas juntas
atravesando mi pobre corazón solo.
¿Quién escribirá a la noche
palabras que alimenten mi alma
sino ya sólo yo mismo, solo, perdido y roto?
Recuerdo
Mi voz olvidará decir "te quiero" a tu oído
y mi boca, la tuya y tus besos.
Mas no hemos de preocuparnos,
cada vez que oigamos cantar a los pájaros,
a la mañana, sabremos que no hemos muerto;
y volverá amargo a nuestra mente
nuestro propio recuerdo.
Reflejo
Miro por la ventana.
Observo los árboles descarnados,
sacudidos por el viento,
y la hierba seca del parque.
En el cielo, un manto completo de nubes negras
se desplaza uniformemente y en silencio.
Abajo, los coches aparcados también callan.
Observo la ventana (el resto ya desapareció)
y aparece tu reflejo.
Extiendo suavemente la mano hacia el cristal
a la vez que mi boca busca la tuya.
Pero tu reflejo se evapora como si fuera blanca niebla
y mis labios solo alcanzan a rozar
levemente el vidrio frío, cubierto de vaho,
donde quedan dulcemente marcados.
Volveré
¿Volverán mis ojos a brillar un día?
¿Volveré a sentir el calor de un cuerpo,
de un alma tan perfecta como la suya=
Quién sabe.
Yo sólo sé que, de momento, volveré a llorar.
14-2, San Valentín
San Valentín. Allá fuera, se regalan
los enamorados cosas sin valor
que solo valen lo que ellos mismos sienten.
(Posiblemente, mucho menos del precio real del objeto).
Allá fuera, entrelazan dulcemente sus manos
y, aún por sólo un instante,
caen en el ensueño de la felicidad.
(Probablemente, despertarán mañana).
Allá fuera, hace frío.
Pero no les importa. Ellos,
rezando juntos palabras de amor
sin sentido, no lo sienten.
(Seguramente, aún estando protegido en casa
y cerca de una calefacción gris,
sienta más frío yo, que estoy solo,
abandonado y perdido).
Disfrutadlo mientras podáis,
¡y feliz Día de los Desenamorados!
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