Una peonza rosa gira y gira sobre la mesa.
Te veo. Busco con mi mirada la tuya y no la encuentro. Me pierdo entre tu cabello castaño. Vuelvo a mirarte. Pero tus ojos buscan otros ojos y no lo míos. Observo a aquéllos con envidia. Entonces, tus ojos van a parar a los pájaros que vuelan muy alto, muy lejos de mi torpe figura. Un hatajo de borrachos pasa entre nosotros. Te pierdo de vista un instante.
La peonza rosa empieza a tambalearse sobre la mesa.
Mis labios buscan llamarte para que no te pierdas. Se deslizan dulcemente sobre el aire. Intentan entonar un "hola", intentan pronunciar tu nombre. Todo se pierde en un suspiro. Piiiiiii. Llamada finalizada. Maldigo para mí mismo, los borrachos tambaleantes han pasado. Levanto la mirada para ver volar un último resquicio de tu vestido antes de que la puerta del bar se cierre. Se vuelve a abrir.
La peonza rosa se para y queda torcida sobre la mesa.
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