Ven y dime que te has ido.
(No importa ya
si de verdad te fuiste.
Lo sé, lo sé).
Ven y dime que te has ido,
que ya nunca volveré a encontrar tu sonrisa dulce
cada mañana
ni a oír tu voz
alegre que despertaba a los niños.
Ven y dime que te has ido,
pero dímelo en un susurro,
al oído, donde nadie escuche,
donde nadie pueda ver mis labios
rozando los tuyos.
No pido otra cosa.
Ven y despídete, al menos,
con un beso rápido.
Un beso de esos
que sueltas al aire, sin sentido,
sin darte cuenta.
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