martes, 1 de noviembre de 2011

No. Hay vida en los rincones ocultos de la soledad,
donde los gatos grises van a cagar su mierda
de cada día,
su misma asquerosa y putrefacta sarta de mentiras,
de verdades sin sombra y sin misterio.
No. No quiero conquistar un árbol.
Tampoco sentirme pequeño o acariciar el mundo.
Sólo pido un poco de luz, un poco de tinta
de velas derretidas al anochecer en el balcón
donde cantan los barcos.

No. No hay vida y no estoy dispuesto
a renunciar a ella. Mientras vaguen los espíritus
sin noche en la gloria de la locura
y los tristes renacuajos del estanque bailen su danza de lluvia.
Quiero morder la almohada y que llore
sus lágrimas y no las mías.
Quiero ata i cuerpo a una botella de
plástico y dejarme vagar por todos y cada uno de los parques olvidados.
La aurora de nubes tiñe un cielo ensangrentado
y no es más cierto que grite una niña
que dos pájaros vuelen sin encontrar sus alas.

1 comentario:

  1. No sé qué tal escribirán los demás, pero tú parece que consigues la mezcla justa de mierda e infancia. Incluiso puede que sea infanticídico, !qué fatídico! Nah, no lo creo, aunque molaría.
    Entre susurros: <> (puede ser como lo diría un niño)

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