Desempolvé mi cuaderno.
Sonrió como sonríen los viejos amigos
y yo le devolví la sonrisa.
Pasé páginas y páginas
de recuerdos dibujados en verso
pero mis ojos se negaron a llorar nostalgia.
He de confesar que me asusté.
¿Habría olvidado llorar?
¿Tan desoladora era la ciencia?
Temeroso, le escupí numerosas veces.
No sirvió de nada.
Recurrí entonces a mi última alternativa.
Pasé páginas y páginas hasta encontrar,
en algún cajón que no recuerdo,
el tarro de cristal donde guardé todas las gotas de lluvia de Oxford.
Lo abrí y observé mi propio reflejo.
Sonreí.
Ya estaba empezando a llover de nuevo.
Sonrió como sonríen los viejos amigos
y yo le devolví la sonrisa.
Pasé páginas y páginas
de recuerdos dibujados en verso
pero mis ojos se negaron a llorar nostalgia.
He de confesar que me asusté.
¿Habría olvidado llorar?
¿Tan desoladora era la ciencia?
Temeroso, le escupí numerosas veces.
No sirvió de nada.
Recurrí entonces a mi última alternativa.
Pasé páginas y páginas hasta encontrar,
en algún cajón que no recuerdo,
el tarro de cristal donde guardé todas las gotas de lluvia de Oxford.
Lo abrí y observé mi propio reflejo.
Sonreí.
Ya estaba empezando a llover de nuevo.
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