Los días pasan y siento que no vivo la vida,
que la magia con la que un día acaricié
el mundo y sus pliegues, las hojas y la lluvia,
escapa lentamente entre mis dedos.
Mi mirada descarnada va a dar con árboles descarnados;
mi corazón pálido, con aceras pálidas.
Mis oídos ya no escuchan los sonidos placenteros de la noche
ni se entregan a ella sin remordimientos.
No es hoy, ni mañana.
Es un presente continuo e inerte
una fantasmagórica oda al pasado,
a los mejores tiempos.
Si llueve,
odio las gotas que mojan mi cuerpo.
Si el sol ilumina el cielo,
odio los rayos que queman mi rostro.
Odio. ¿Me desprenderé algún día
de esta carcasa de odio,
de este sarcófago de mente científica
y fría que adora a los números?
De momento, volveré a leer "El Principito".
que la magia con la que un día acaricié
el mundo y sus pliegues, las hojas y la lluvia,
escapa lentamente entre mis dedos.
Mi mirada descarnada va a dar con árboles descarnados;
mi corazón pálido, con aceras pálidas.
Mis oídos ya no escuchan los sonidos placenteros de la noche
ni se entregan a ella sin remordimientos.
No es hoy, ni mañana.
Es un presente continuo e inerte
una fantasmagórica oda al pasado,
a los mejores tiempos.
Si llueve,
odio las gotas que mojan mi cuerpo.
Si el sol ilumina el cielo,
odio los rayos que queman mi rostro.
Odio. ¿Me desprenderé algún día
de esta carcasa de odio,
de este sarcófago de mente científica
y fría que adora a los números?
De momento, volveré a leer "El Principito".
No hay comentarios:
Publicar un comentario