La Guerra de los Dos Universos acabó el día veintinueve del año 14.891.737.236 después del Big Bang. La guerra había enfrentado a los hemisferios boreal y austral del Universo, dirigidos respectivamente por el emperador Cosmos y el emperador Caos. La guerra terminó cuando los físicos que luchaban del lado del emperador Cosmos consiguieron crear, tras 393 intentos fallidos (la probabilidad de éxito era del 0,00000001%, pero la suerte recompensó la inquebrantable voluntad del emperador Cosmos), un agujero de gusano que conectaba con el recinto plasmático de vivienda del emperador Caos. permitiendo introducir 8 miligramos de anti-hidrógeno que explosionaron arrasando con todo en varios microparsecs a la redonda y acabando con la existencia de cada uno de los átomos del emperador Caos.
Tras su victoria, el emperador Cosmos adoptó el título de Emperador del Universo. De en adelante, cualquier persona que lo nombrara debía hacerlo como "Absolutísimo Emperador del Universo Cosmos". Ordenó el cambio Calendario Cosmológico, el cual asentaba el día veintinueve del año 14.891.737.236 después del Big Bang, el día en que acabó la Guerra de los Dos Universos, como día cero del año cero. Diseñó junto a los más sabios sociónomos un plan de Sociedad Universal que con un 99,99999% de posibilidades de éxito garantizara una sociedad en equilibrio por los milenios de vida que le quedaban al emperador Cosmos. Con el universo en orden, se aisló en un recinto plasmático sólo acompañado por sus diversas amantes y todos los libros escritos en la historia para poder dedicarse a sus dos grandes placeres: la lectura y el sexo. Por lo demás, prohibió que nada ni nadie irrumpiera en el recinto, asentando unas protecciones con un 99,99999% de posibilidades de éxito. La única excepción a esta norma se daría sólo una vez al año, en el día cero, cuando un sabio elegido mediante un exigente casting entraría al recinto y deleitaría al emperador con una lección que duraría veinticuatro horas.
Pasaron los siglos y el emperador comenzó a preocuparse del futuro. Es decir, del futuro más allá de su muerte. Porque por mucho que los científicos prolongaran su vida, era imposible alargarla indefinidamente, en base al segundo principio de la termodinámica. Por lo tanto, algún día moriría. En su estado de aislamiento le sería imposible designar a un sucesor, por desconocimiento. Aunque tampoco cambiaría nada si rompiera su Burbuja de Placer y se codeara con las personas del mundo, ni podía legar la decisión a la Sociedad. Ser Emperador del Universo lo había llevado, como es bien comprensible, a un estado narcisista que no le permitía concebir ningún otro Emperador del Universo.
Ante este dilema, llegó a realizar un plan que desmembraría la Sociedad Universal en múltiples fragmentos enfrentados con sus respectivos emperadores galáticos, pero no universales, para asegurarse de que no volviera a haber otro como él (era ínfima la posibilidad de que otro emperador juntara el buen hacer y la suerte que le permitió a él convertirse en Emperador del Universo) y así se lo recordara por el devenir de los tiempos. Hasta que un día cero de algún año entró en su Burbuja de Placer un sabio que se había dedicado a estudiar lo que se conocía como el "viejo universo", es decir, los sistemas cercanos al planeta Tierra, del cual provenía la sociedad del homo. El sabio habló durante varias hora hasta llegar al tema central de su lección: la Tierra. La mítica Tierra verde y azul de las historias era desde hacía millones de años un redondo desierto, y de todas sus glorias sólo quedaban tres grandes pirámides. El sabio habló de la civilización egipcia que las construyó, gobernada por una especie de emperador llamado faraón, al que comparaban con los seres todopoderosos y mágicos a los que rendían culto. Poco se sabía de aquella civilización, pero por estudios radiactivo-espectrales de las pirámides se había comprobado que su función era servir como inmensas tumbas a los faraones, que además mandaban ser enterrados con su esposa y sus sirvientes.
El Emperador quedó extasiado. Despachó al sabio pese a que la lección no había terminado, pero ordenando cubrirlo de honores. Inmediatamente contactó con la Sociedad Imperial de Físicos para ordenar la construcción de una nave en la que cupieran todas y cada una de las personas de la Sociedad Universal. Serviría para refugiarse en caso de que alguna fluctuación cuántica provocara un cataclismo inesperado. Los físicos de la Sociedad Imperial acogieron entusiasmados la idea y comenzaron y terminaron con pasión tal objeto: una gigantesca esfera de plasma done cabían todas las personas del Universo con comodidad, y completamente infranqueable salvo por veintinueve vías de salida reguladas por un mando central.
El emperador Cosmos continuó su vida en su Burbuja de Placer hasta cumplir 7.136 años y 29 días, cuando se le diagnosticó que sólo le quedaba un siglo de vida. Entonces ordenó dedicar este siglo a reunir a todas las personas del Universo en la Gran Burbuja, como se conocía popularmente al gigantesco objeto que había diseñado para resguardar a la humanidad en caso de cataclismo cuántico, para en el último día de su vida dirigirse a todas las personas del Universo al unísono. Así se hizo y este día llegó, justamente un siglo después, cuando el emperador Cosmos cumplió 7.236 años y 29 días. Había prohibido hace tiempo la reproducción de ninguna imagen suya, ya que la Sociedad no era digna de observar su magnificencia. Así que el emperador Cosmos simplemente proyectó un holograma de sus pies por toda la Gran Burbuja y se dirigió con su propia voz a toda la Sociedad Universal al unísono, por primera vez en la historia del mundo:
-Están aquí reunidos porque llega el fin de mis días y pronto de los suyos -el emperador se dirigía en tercera persona a la Sociedad porque era indigna de un tratamiento más cercano-. Yo, el Absolutísimo Emperador del Universo Cosmos -y su voz sonaba débil, moribunda-, seré el único Emperador del Universo de la Historia, pues nadie puede ni podría compararse a mi persona y, por tanto, nadie puede ni podría ser digno de ostentar tal título y responsabilidad. Para evitar sin riesgos que esto ocurra he decidido que mi fin sea también el de la Sociedad Universal. Quiero decir que he cerrado las vías de salida de la que llaman la Gran Burbuja, en la cual nos encontramos, y he destruido el mando central. No se esfuercen en arreglar nada, las vías de salida están diseñadas para sólo poder ser operadas por el mando central. Sin éste, se encuentran encerrados en la Gran Burbuja para el resto de sus vidas. Sus vidas que aquí, en base a la segunda ley de la termodinámica, tendrán un fin, antes o después. Soy en cierto sentido comparable a aquellos faraones egipcios que se enterraban en sus pirámides con su esposa y sus sirvientes. Claro que su obra era terrenal y la mía es universal, de ahí el salto de escala y la diferencia de las formas: la esfera en vez de la pirámide. Permanezcan tranquilos. Se han recorrido todos los pasos de vida de una sociedad hasta llegar a la primera y última Sociedad Universal. Y al igual que sólo hay una primera y última vejez, parece natural la muerte después de la Sociedad Universal, el más alto estado posible de una sociedad. Acéptenlo, pues, como algo natural.
Hizo una breve pausa.
-Tiene gracia -y su voz sonaba cada vez más débil, y divagaba-. Yo, el Emperador del Universo, me iré. Y el Universo seguirá ahí, rodando. La Sociedad Universal se irá en su "Gran Burbuja" -rió-. El más alto estado de una sociedad del homo se irá y el Universo seguirá ahí, sin inmutarse. Todo el Imperio Universal quedará pronto cubierto por polvo estelar. Y el único recuerdo que quede de la Sociedad Universal será esta "Gran Burbuja", donde cabe el más alto estado de una sociedad del homo pero que ocupa un espacio insignificante en el vasto Universo. Y la Burbuja flotará con nuestro recuerdo por el Universo hasta que... ¡plop! Un día explote. Y nuestro recuerdo se diluirá en lo infinito -su voz era más débil por momentos-. Qué insignificantes, entonces, todos nuestros actos, toda nuestra existencia... y qué... qué importantes... entonces... -su voz se pierde en susurros mientras el viento estelar empieza a soplar el polvo que cubrirá el Imperio Universal y la Gran Burbuja avanza decidida hacia ese destino donde hará ¡plop! y todos los recuerdos se diluirán en lo infinito.
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