Saben cantar los pájaros sobre el cristal,
pero no son los pájaros sino la lluvia
lo que aporrea la ventana.
La lluvia fina y ahogada de un calor
llegado demasiado pronto,
venido a estorbar, como todas las cosas.
Es un paisaje idóneo, diríais, para estar alegre.
El sol deja escapar a lo lejos
los últimos tentáculos de luz del día.
Las nubes han despejado el cielo
y no hay sombra ni rumor de coches (apenas).
Pero en el fondo del mar
vive un conflicto soterrado.
Una pasión imaginada que amenaza con estallar
y arrasar el mundo.
Un débil soplo de viento que se pierde en el asfalto.
En el fondo del mar,
más allá, donde no hay peces,
vive un asombro escondido,
un verso inconcluso esparcido en la arena
sin cal donde se abandonan los sueños.
pero no son los pájaros sino la lluvia
lo que aporrea la ventana.
La lluvia fina y ahogada de un calor
llegado demasiado pronto,
venido a estorbar, como todas las cosas.
Es un paisaje idóneo, diríais, para estar alegre.
El sol deja escapar a lo lejos
los últimos tentáculos de luz del día.
Las nubes han despejado el cielo
y no hay sombra ni rumor de coches (apenas).
Pero en el fondo del mar
vive un conflicto soterrado.
Una pasión imaginada que amenaza con estallar
y arrasar el mundo.
Un débil soplo de viento que se pierde en el asfalto.
En el fondo del mar,
más allá, donde no hay peces,
vive un asombro escondido,
un verso inconcluso esparcido en la arena
sin cal donde se abandonan los sueños.
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