sábado, 9 de abril de 2011

Frenesí


Tic, tac.
Un gallo cantó a lo lejos.

Tic, tac.
El calor lo embadurnó todo
con su pegajoso olor a playa.

Tic, tac.
El despertador estalló con rabia.

Tic, tac.
Volvieron a cantar los gallos,
pero esta vez los acompañaban los coches.

Tic, tac.
Un pie salió volando.

Tic, tac.
Bajé la calle escalón por escalón
y torcí una cuesta que, realmente, no llevaba a ningún sitio.

Tic, tac.
El calor lo embadurnó todo con su sequedad pegajosa.

Tic, tac.
Sonó un timbre que aún no sé a quién llamaba
y de repente toda la gente corría enloquecida.

Tic, tac.
Tras el silencio, me volví a quedar solo.

Tic, tac.
Abrí una puerta y vi demasiadas personas serias.
No me gustó, así que volví a cerrar la puerta.

Tic, tac.
La puerta se abrió de nuevo con un murmullo de hojas desquiciadas.

Tic, tac.
El calor lo embadurnó todo
con sus pegajosas conversaciones.

Tic, tac.
Se hizo el silencio.

Tic, tac.
El cielo abierto volvió a mí un par de veces
sin que llegara a saber cómo lo perdí de nuevo.

Tic, tac.
Más timbres pegajosos y calor enloquecido.

Tic, tac.
El sueño y el hambre se apoderaron de las bocas
de las pequeñas hormigas que bostezaban en silencio.

Tic, tac.
Sonó un timbre que entonces supe a quién llamaba
y de repente toda la gente corría enloquecida.

Tic, tac.
El tiempo avanzaba sin que nadie se lo explicara
ni tampoco lo intentase.
El tiempo avanzaba sombra tras sombra hasta llegar al día
y luego día tras día hasta llegar al tiempo.
El tiempo se perdía entre la muchedumbre agitada,
entre el calor pasmado y horrorizado,
sin que nadie se lo impidiera
ni tampoco lo intentase.

Tic, tac.

1 comentario: