Abro la ventana y admiro la fría quietud de la noche,
el silencio se extiende desde los edificios apagados
y las calles solitarias.
Una brisa muda acaricia las pestañas de mi corazón;
su aliento melancólico, ebrio,
arranca lágrimas que trazan senderos de olvido
por mis venas de humor triste.
Admiro la belleza de la noche, del silencio,
de la ausencia de humanidad y me pregunto
si somos dignos ocupantes del mundo
(cuando los rayos del sol apenas bostezan
en el horizonte).
Valdría cerrar los ojos por un instante.
Quedarse a solas con la imaginación.
¿No seguiría adelante la vida sin nosotros,
sin nuestro odio, sin nuestra sed de sangre,
sin nuestro cemento cuadrado y nuestra mente científica
que arrasa la verde naturaleza?
(Y yo te quiero verde.)
Imaginaréis, como yo, un mundo más bello,
un mundo inocente, ingenuo,
como lo fue de niño.
el silencio se extiende desde los edificios apagados
y las calles solitarias.
Una brisa muda acaricia las pestañas de mi corazón;
su aliento melancólico, ebrio,
arranca lágrimas que trazan senderos de olvido
por mis venas de humor triste.
Admiro la belleza de la noche, del silencio,
de la ausencia de humanidad y me pregunto
si somos dignos ocupantes del mundo
(cuando los rayos del sol apenas bostezan
en el horizonte).
Valdría cerrar los ojos por un instante.
Quedarse a solas con la imaginación.
¿No seguiría adelante la vida sin nosotros,
sin nuestro odio, sin nuestra sed de sangre,
sin nuestro cemento cuadrado y nuestra mente científica
que arrasa la verde naturaleza?
(Y yo te quiero verde.)
Imaginaréis, como yo, un mundo más bello,
un mundo inocente, ingenuo,
como lo fue de niño.
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