sábado, 26 de junio de 2010

II

Cierro los ojos.
Vuelvo a ver aquella playa del horizonte
donde por primera vez se encontraron nuestros caminos.
Acaricio la dulce cresta de las olas.
La espuma se entrelaza y juega con mis dedos
en un vals de amor y olvido.

Cierro los ojos y por un instante imagino
que son tus cabellos de ébano lo que acaricio,
tú cálida piel bronceada por este mismo sol
que hoy alumbra esta misma playa.

Abandono mi cuerpo, cierro los ojos,
sueño que esta arena dulce y cálida
es tu propio cuerpo. Caigo
y me deposito sobre ella. La estrecho, feliz, entre mis brazos.
Permanezco quieto.

El viento, la suave brisa que acompasa al mar
arrastra la arena hasta cubrir mi cuerpo.
Yo se lo agradezco y te beso, llenando mi boca
de polvo fino y anaranjado, dulce, cálido y amargo.
Me ahogo, poco a poco, contigo en mi boca... no importa,
la marejada se lleva mis sueños.

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