sábado, 26 de junio de 2010

Otro sueño...

Sus rubios cabellos se mecían como se entrelaza
la arena con el viento y juntos juegan a danzar enamorados.
Su sonrisa era aquella estrella a lo lejos,
delante de mí, radiante, magnífica,
llena del resplandor insondable de la alegría.

Pero, de repente, todo cambió.
Mis ojos se abrieron, descubriendo
la triste y cruda realidad doliente
y la madera oscura.
Era tan sólo un sueño, cuyo único
recuerdo podía ser aquella estrella
de plástico colgada en el techo.

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