Volqué canicas, escribí una obra póstuma,
giré bocabajo la Tierra, hice rotar el Universo
en torno a una piedra.
Vendí mis pies por zapatos
y avancé hacia atrás,
doblando calles rectas, torciendo avenidas;
trepé por las raíces subterráneas del árbol
y caí al centro de la tierra.
Troté en mi pelícano cuadrípedo
con un ejército de cien mil hámsters
verdes a mis espaldas,
grité en silencio,
lloré sin lágrimas,
sonreí con los pies
y miré con las manos, amé
sólo con el corazón
y con el corazón me quedé solo.
Busqué, en fin, imposibles.
¡Imposibles!
giré bocabajo la Tierra, hice rotar el Universo
en torno a una piedra.
Vendí mis pies por zapatos
y avancé hacia atrás,
doblando calles rectas, torciendo avenidas;
trepé por las raíces subterráneas del árbol
y caí al centro de la tierra.
Troté en mi pelícano cuadrípedo
con un ejército de cien mil hámsters
verdes a mis espaldas,
grité en silencio,
lloré sin lágrimas,
sonreí con los pies
y miré con las manos, amé
sólo con el corazón
y con el corazón me quedé solo.
Busqué, en fin, imposibles.
¡Imposibles!
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