Quiero emborrachar a mis labios
para que encuentren otros labios al azar
y juntos se ahoguen entre jadeos
en una festividad ebria de vino y deseos.
Quiero despertar a solas en la playa
tras una noche fornicando estrellas
y escribir mi historia en la arena
con tinta de sudor y semen.
Quiero escupirle a la vida,
arrancar las tiritas de moral y de miedo
que cubren mi cuerpo
y no dolerme por las heridas.
Quiero gritar al silencio
que no es nada, que no soy nada,
que nada vale nada de nada
y no merece la pena preocuparse por nada.
Quiero romper contra el suelo
las estatuillas del tabú supersticioso
que nos impiden salir desnudos a la calle,
que nos impiden ser sinceros.
Quiero asomarme a un precipicio sin fondo
y sentir que mis venas hierven
y sentir que mis ojos lloran de alegría,
sienten el vértigo de la vida.
La noche bañará mi cuerpo con la luna
en una orgía de mentiras, poesía y palabras.
Sobrecogerá a mi cuerpo débil
la belleza de una luciérnaga muerta
en el horizonte
donde mis sueños se estrellarán,
se harán trizas, confeti cristalino de mil colores
que arañará mi cuerpo:
no sentiré dolor.
No escucharé a almas ciertas, a científicos seguros,
escupiré en su religión de números;
suspenderé a todos los políticos
de un mismo hilo escurridizo.
Saltaré al Infierno, me bautizaré con fuego,
mi alma blanca se purificará
con todo lo negro, con las venas de humo,
con los cadáveres podridos
y las historias suicidas de los amantes locos.
Escribiré mis versos en cuartetas
que arderán al instante o volarán
hacia un futuro incierto, que caerán,
como mis sueños sin sueño,
a un pozo sin fin, a un horizonte sin retorno.
Amaré el vértigo.
Nota: La idea del "vértigo de la vida" viene inspirada por el libro "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera.
para que encuentren otros labios al azar
y juntos se ahoguen entre jadeos
en una festividad ebria de vino y deseos.
Quiero despertar a solas en la playa
tras una noche fornicando estrellas
y escribir mi historia en la arena
con tinta de sudor y semen.
Quiero escupirle a la vida,
arrancar las tiritas de moral y de miedo
que cubren mi cuerpo
y no dolerme por las heridas.
Quiero gritar al silencio
que no es nada, que no soy nada,
que nada vale nada de nada
y no merece la pena preocuparse por nada.
Quiero romper contra el suelo
las estatuillas del tabú supersticioso
que nos impiden salir desnudos a la calle,
que nos impiden ser sinceros.
Quiero asomarme a un precipicio sin fondo
y sentir que mis venas hierven
y sentir que mis ojos lloran de alegría,
sienten el vértigo de la vida.
La noche bañará mi cuerpo con la luna
en una orgía de mentiras, poesía y palabras.
Sobrecogerá a mi cuerpo débil
la belleza de una luciérnaga muerta
en el horizonte
donde mis sueños se estrellarán,
se harán trizas, confeti cristalino de mil colores
que arañará mi cuerpo:
no sentiré dolor.
No escucharé a almas ciertas, a científicos seguros,
escupiré en su religión de números;
suspenderé a todos los políticos
de un mismo hilo escurridizo.
Saltaré al Infierno, me bautizaré con fuego,
mi alma blanca se purificará
con todo lo negro, con las venas de humo,
con los cadáveres podridos
y las historias suicidas de los amantes locos.
Escribiré mis versos en cuartetas
que arderán al instante o volarán
hacia un futuro incierto, que caerán,
como mis sueños sin sueño,
a un pozo sin fin, a un horizonte sin retorno.
Amaré el vértigo.
Nota: La idea del "vértigo de la vida" viene inspirada por el libro "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera.
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