Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
("Palabras para Julia", José Agustín Goytisolo)
Me siento vacío.
Trazo líneas de piedra sobre mi vida
que esbozan un cuadro sin sentido.
Escribo historias prohibidas
y dejo muchas otras atrás.
Añoro el tiempo donde las cosas
eran sencillas.
Una sonrisa, dos palabras
o un caramelo
tenían ese hálito reparador
que sanaba el mundo entero.
Pero hoy las cosas han tornado distintas.
Miro hacia afuera de la ventana
(mis propios ojos)
y veo niños con ojos secos y cuadrados,
veo jóvenes que lloran injusticias y gritan
y personas grandes que caen hambrientas.
Veo odio, envidia, avaricia y corrupción.
Prohibiciones, injusticias, dinero y sogas.
¿Y qué tengo yo para devolverles,
para frenar este impulso arrollador
que me arrastra "como un aullido interminable"?
¿Dónde picar con sudor y sangre
para desenterrar un gramo de esperanza?
La familia, sin duda, siempre está ahí.
¿Los amigos? Tres o cuatro
me tienden aún la mano.
Sigo guardando las lágrimas, a oscuras,
cuando nadie me escucha,
por los que se fueron.
Cuando llegue mi turno de entrar en la oficina
y marcar la casilla
que marca qué regalo quieres hacerle al mundo.
¿Qué podré devolver yo?
¿El sudor de mis manos?
¿La ciencia en mi mente?
¿El amor de mi corazón?
¿Mis versos, acaso, mis versos?
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
("Palabras para Julia", José Agustín Goytisolo)
Me siento vacío.
Trazo líneas de piedra sobre mi vida
que esbozan un cuadro sin sentido.
Escribo historias prohibidas
y dejo muchas otras atrás.
Añoro el tiempo donde las cosas
eran sencillas.
Una sonrisa, dos palabras
o un caramelo
tenían ese hálito reparador
que sanaba el mundo entero.
Pero hoy las cosas han tornado distintas.
Miro hacia afuera de la ventana
(mis propios ojos)
y veo niños con ojos secos y cuadrados,
veo jóvenes que lloran injusticias y gritan
y personas grandes que caen hambrientas.
Veo odio, envidia, avaricia y corrupción.
Prohibiciones, injusticias, dinero y sogas.
¿Y qué tengo yo para devolverles,
para frenar este impulso arrollador
que me arrastra "como un aullido interminable"?
¿Dónde picar con sudor y sangre
para desenterrar un gramo de esperanza?
La familia, sin duda, siempre está ahí.
¿Los amigos? Tres o cuatro
me tienden aún la mano.
Sigo guardando las lágrimas, a oscuras,
cuando nadie me escucha,
por los que se fueron.
Cuando llegue mi turno de entrar en la oficina
y marcar la casilla
que marca qué regalo quieres hacerle al mundo.
¿Qué podré devolver yo?
¿El sudor de mis manos?
¿La ciencia en mi mente?
¿El amor de mi corazón?
¿Mis versos, acaso, mis versos?
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