jueves, 15 de enero de 2009

Poema: "Si pudiera"


Si pudiera llorar lágrimas
capaces de a un desierto alimentar
y arrancar del cielo las estrellas,
dejando un oscuro velo.

Si con cada sufrimiento pudiera
estallar en carcajadas
y saber que no hubiera nacido
si el mundo fuera perfecto.

Si pudiera rajarse mi piel
por cada fragmento de corazón roto,
¿quién podría curarme,
si no tendría cuerpo?

Si mi alma pudiera hacerse ver
en cada rincón oscuro,
¿cómo la vería,
negro sobre negro?

Si pudiera volver a nacer
para disfrutar de una dulce muerte
entre las olas del mar
y sin el corazón sangrante y abierto.

Si en un sueño pudiera
volver a verte y a tocarte
una luz en tu mirada
y unos rizos en tu pelo.

Si pudiera… si pudiera todo eso…
si pudiera, sería feliz,
pues entonces y sólo entonces,
expresaría lo que siento.



martes, 13 de enero de 2009

Poemas 4

Sin título II

Ya no es la lluvia lo que resbala por mi ventana,
sino que son mis propias lágrimas.
Miro al cielo y no veo las luminosas estrellas,
sino una inmensa negrura, un océano oscuro.

Ya no me acerco al mar a buscar la calma
ni a disfrutar de tus dulces besos,
sino para que las olas, que tanto quieren llevarse arena,
se lleven mi amor perdido con su suave murmullo.

Ya no son palabras esto que escribo,
sino la tinta que desprenden mis sentimientos,
sin sentido, para envolverla en un papel
y estrellarla contra un muro.

Pronto se llenaron los tarros del olvido,
de lágrimas, de sentimientos y recuerdos
que solo esperan que se los lleven la lluvia, la noche y el viento.

Me quedo mirando un reloj parado,
esperando y deseando que pasen las horas,
como quien espera que resucite un muerto.

Ya no resbala la noche ni se llenan las olas,
ya no se acercan las lágrimas ni se estrella el olvido,
ya no se oye un "te quiero".


Una bala

El mar quedó sin ráfagas y el viento sin olas,
el día quedó sin sol y la noche sin luna
y el negro sin blanco.
La muerte quedó sin vida al llegar al tierno cuerpo
en forma de una pequeña bala.
Una mirada que huye, una sonrisa que se apaga,
la calidez escapa y solo queda el mar tranquilo,
sin ráfagas, y el viento sin olas.
Una vida en un segundo pasa en fragmentos
de historias olvidadas, una película desechada.
En las ramas, solo se oye el alegre canto de los pájaros,
como la calma después de la tormenta,
después de aquel estallido de sol sin luna
y negro sin blanco.
Los músculos fallan, las piernas ceden y el cuerpo cae
con el murmullo sordo de una leve brisa levantada.
Cae entre las cenizas y el cemento y el polvo,
en una alfombra de hojas secas y desechos humanos.
Ya no hay tiempo para vacías palabras mojadas en tinta,
ya solo queda el olvido.