viernes, 22 de mayo de 2009

Cartas abandonadas


-30 Yach


Me persiguen. Ayer caminaba tan tranquilo por las cálidas calles de Mahm cuando noté algo detrás de mí. Era un grupo de varias personas, serían unas cuatro o cinco, no puedo asegurarlo ya que en cuanto notaron que los había visto corrieron detrás de mí, lanzando drags a diestro y siniestro. Corrí intentando huir, mientras esquivaba las afiladas dagas. Una pasó rozando mi costado derecho. Fue una suerte que no me diera, pues, como sabréis, su veneno es mortífero. Me pregunto quién o quiénes y por qué tendrán tanto interés en mí, un simple viandante, como para venir con semejantes armas. Desde luego, han de ser seres poderosos como para desperdiciar tirando un armamento tan codiciado por tantos otros.

Y aquí me encuentro, en esta cueva no muy lejos de Mahm, algo después de pasar el río Llel. Para llegar aquí tuve que correr a más no poder entre el denso bosque que hay poco después de la salida oeste de la ciudad, donde conseguí perderlos. Tengo miedo. No puedo dormir mucho tiempo seguido sin que despierte sobresaltado creyendo oír en el silencio de la noche sus pasos acercándose. La verdad, es una tontería, son extremadamente silenciosos y si se lo propusieran podrían estar a mi lado sin que me enterara. Ahora que lo pienso, creo que he permanecido demasiado tiempo oculto en esta cueva, si sigo así me encontrarán. Me voy.


-25 Yach

Había supuesto bien. Según salí de la cueva los oí no muy lejos, hablando en su extraño dialecto siseante. Es una suerte que no hablen mi idioma, así no entenderán mis cartas y puedo descargar tensión escribiendo, siempre es un buen método –no me importa saber que posiblemente nadie vaya a leerlas-. Como decía, los oí no muy lejos al salir de la cueva, por lo que me alejé rápidamente corriendo, intentando hacer el menor ruido posible. Lamentablemente, sus oídos son muy finos y el apenas audible susurro de mis apresurados pasos no les pasó inadvertido. Emprendieron mi persecución alocadamente de nuevo. Por lo menos esta vez no me tiraban drags, pues hasta su pequeño cerebro comprendió que estaban demasiado lejos. Digo “pequeño cerebro” hablando en general de ellos -creo conocerlos-, pero me temo que sí que hay alguien más astuto dirigiéndolos, pues sino no me hubieran podido perseguir con tanta precisión. Además, cuando intenté tantear sus mentes –que, ahora sé, son 6-, había uno que tenía una firme barrera que no me permitió averiguar nada sobre él.

Tras dejar ya muy atrás Mahm en estos 5 días que han pasado, mi carrera me llevo hasta el Valle de la Fuente Roja, donde ahora mismo me encuentro, escondido entre unos arbustos cercanos a un riachuelo cuyo nombre no sé, aunque tampoco es de extrañar, ya que es tan pequeño que solo lleva agua cuando llueve abundantemente y posiblemente ni siquiera se encuentre en la mayoría de los mapas de Rihr, ni siquiera en los de esta región, de Lohg. También no muy lejos de aquí vislumbré una cueva, pero creo que lo más sensato es dejarme de cuevas al menos de momento, ya que sería demasiado predecible para mis perseguidores que me volviera a esconder en una de ellas –además añadiendo que es el lugar propicio para esconderse-. Además, hay un montón de animalillos cerca de mi actual escondite, todos ellos fáciles de cazar. Incluso he encontrado un riuk –ahora mismo según escribo estoy acabando de comerlo-, y ya es raro encontrarlos, con lo sabrosos que son y lo poco que les sirven sus atrofiadas e inútiles alas para correr y escapar de los depredadores. Ahora más que nunca, me he dado cuenta de que tiene un sabor exquisito. Y bueno, creo que me voy a ir de aquí, ya he pasado suficiente tiempo para descansar y cuanto antes ponga tierra de por medio entre ellos y yo mejor.


-15 Yach

Es increíble. Cada vez me cuesta más dejarlos atrás. Me han estado persiguiendo 10 días seguidos, sin dejarme apenas parar para recuperar el aliento. Creo que su jefe ha estado indagando en mi mente sin que lo supiera –mientras yo estaba demasiado ocupado pensando en perderlos-, van comprendiendo mejor mis formas de escapar y se anticipan a mis movimientos. Es horroroso. Eso sí, no todo es malo. Intenté perderlos, tras recorrer el Valle de la Fuente Roja hacia el norte –trayecto durante el cual encontré y disfruté de otro riuk-, en los empinados y estrechos senderos de las Montañas Escarpadas, donde un viajero con poco cuidado o equilibrio puede caer fácilmente al fondo de la profunda Falla del Infierno. Aunque no conseguí perderlos a todos, a dos sí, y para siempre, ya que los confundí con la mente haciéndoles creer que había una empinada pero posible bajada a un lado de un sendero y que por ahí había bajado, haciendo que intentaran bajar y, como no había bajada posible, se precipitaran hasta el fondo. Dos menos.

Después recorrimos la parte sur de la región de Uhk, sorteando sus enormes lagos de agua verde, ahora también helados, pareciendo inmensas esmeraldas. Ahora estoy perdido entre los árboles de hojas rojas del Bosque Sangrante. Cada vez tengo menos esperanzas ya de perder a mis perseguidores.

Voy a intentar salir de este infierno vegetal rojo.


-5 Yach

Sigo vivo, aunque cada vez están más cerca de atraparme, no sé cómo lo hace pero el jefe cada vez parece más poderoso y adivina mejor mis movimientos. Eso sí, ya solo le quedan dos súbditos, he conseguido acabar con otro. Sin embargo, me temo que aunque acabara con los otros dos seguiría pudiendo conmigo. No sé donde me encuentro, pero poco importa esto, simplemente voy a donde la intuición me lleva –aunque sospecho que esta me está fallando-. Ya solo quedan 5 días para que acabe el año. Casi me avergüenzo de decir que tengo esperanzas de que –de alguna forma mágica e imposible- todo cambie en este nuevo año. Zihn, que tan cercano estás; por favor, tienes que ser mi año de suerte.

Creo que se acercan. La persecución continúa. Me empiezo a cansar de este juego…


-999 Zihn

Apenas pude escapar el otro día milagrosamente por favor divino. Si no estuviera ya completamente desesperado empezaría a creer en algún dios que me pudiese ayudar. No podéis imaginar el poder del Jefe. Ahora ya no me cabe ninguna duda, cada día aumenta. Quizá Él sí sea un dios. No encuentro otra posible explicación. Cada día que paso en este mundo es una completa hazaña. Dudo que muchos seres pudieran haber conseguido lo que yo he hecho.

Cada vez me pierdo más, nunca había estado tan lejos de mi querida ciudad natal, Mahm. Esto también disminuye mi moral, ya son cientos, miles o quién sabe cuantos gongs lo que me separan de ella. He recorrido valles, montañas, bosques, grandes ríos, pequeños riachuelos… y ahora he llegado a un desierto. Desierto, precisamente así me encuentro yo, mis fuerzas flaquean, hace tiempo que no como ni bebo, no me quedan siquiera ganas de dar un solo paso más. Simplemente estoy tendido en la arena. Escribiendo lo que creo que va a ser mi última carta –y por una vez en estos últimos tiempos mi intuición no va a fallar-.

Un momento. Acabo de oír algo. Sí, son pasos. Dos personas. Ellos –ya solo le queda un súbdito, se me olvidó decirlo, aunque tampoco importa, una ínfima parte de Él se bastaría para acabar conmigo, aún más ahora-. Me han visto. Se acercan. Pero esta vez no voy a escapar. No. No tengo ganas ni fuerzas ya. Esperaré. Esperaré a que lleguen. Sí, ya están cerca. Cada ve queda menos para mi salvación. Para acabar con este tormento. Apenas les quedan unos pocos pasos. Ahora sí tengo esperanzas. Enseguida podré ser libre y volar hacia aquel horizonte anaranjado donde el sol se pone, como si fuera un pequeño alin con sus bellas alitas pálidas al viento.