miércoles, 12 de octubre de 2011

Nostalgia


¡Parece mentira que hubo un día
en que todos los momentos fueron dorados!

Ahora mi voz se ha vuelto mustia, mi cuerpo
flácido y mis palabras se asemejan a migajas de pan seco.
Mis versos se tiñen de laca de nata barata
de los supermercados.
He perdido la chispa que un día creció en mis pupilas,
la rosa roja que sangró un día en mi corazón
(tan lejos ahora del mar).
Lancé las amapolas, olvidadas y rotas,
a un desván cuya llave sólo vive en sueños.
Mi confianza se evaporó con el humo de una polilla en llamas.

Ahora rasgo el papel, desesperado,
rasgo mis cabellos, mi cuerpo, mi piel
y alzó el rostro y mi voz rasga el cielo.
Y uno a uno entre las lágrimas, la sangre de tinta
y el miedo
van volviendo a mi memoria todos los momentos dorados,
las caricias de los pájaros, las gotas de lluvia de mis poemas,
las miradas que estrechaba entre los brazos
y los besos. Sobre todo, los besos.

domingo, 2 de octubre de 2011

¿Vida?


¡Grité!, y las palabras se perdieron en el viento.
¡Grité!, y las lágrimas se perdieron en la lluvia.

Quise buscar la melancolía de las formas
y encontré un paisaje abrupto y escarpado,
un horizonte negro más allá del cual no vivía la luz.

Quise (después) encontrar un beso en una gota de agua
y lloré tanto que las hojas verdes de mis ojos
se secaron, marchitaron, se pudrieron.

Quise (más tarde) burlar el mundo con la imaginación
de la inocencia y, como buen filósofo,
cerré los ojos y caí; ahora los gritos se oyen demasiado cerca.

¡Grité! ¡Gritaron! No sé si fui yo o ellos quienes dudaron
al saltar sin mar hacia el acantilado.

Por último, quise ser mendigo
y no obtuve suficiente nota.
Tuve que conformarme con ser científico.