Estos son los poemas que componen el libro premiado con el Accésit (2º premio) de Poesía del Consejo Social de la Universidad de Cantabria 2011.
Llega con la noche la blanca melodía del silencio.
Un suave murmullo mudo e indefinido.
La certeza de que nadie sabe lo que sabe.
No hay palabras para explicarlo.
Nunca pasa nada, pues solo hay silencio.
Nunca vuelan los pájaros, nunca huelen las flores.
Nunca. Solo la blanca y triste melodía en la noche.
Los rayos de sol no lo atraviesan (huyen).
Las diminutas hormigas lo evitan y se mudan
a sus refugios de polvo subterráneo.
Solo las lágrimas y lo oscuro acuden a su encuentro.
Buscadlo, amigos míos. Lo podréis encontrar
en un rincón frío o en un mar oscuro al atardecer.
En la suave brisa y la calma de un bosque tenebroso.
Lo podréis encontrar con palabras mudas, vacías,
en la noche que envuelve al cementerio.
Dejad que os inunde como una corriente de agua fresca,
rejuvenecedora. Dejad que los recuerdos con dolor y lágrimas
inunden vuestra mente. Aprenderéis entonces a olvidar.
Y amaréis el silencio.
Aire de amapola
Vuelan sobre el viento las
amapolas desiertas.
Ríen,
acompañadas por las bromas tristes
que apenas
iluminan otra fría mañana.
Podrán ver
los demás niños
desde las
pequeñas ventanas de sus casitas
su amargo
e inocente vuelo sobre el mar celeste.
Alzarán
las manos
(esas
rosadas manitas tiernas)
como
queriendo alcanzarlas
y sus
puños se cerrarán sobre el aire.
¡Aire!,
gritará el vacío,
¡Nada más,
aire!
Aire de
amapola.
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Silencio
Llega con la noche la blanca melodía del silencio.
Un suave murmullo mudo e indefinido.
La certeza de que nadie sabe lo que sabe.
No hay palabras para explicarlo.
Nunca pasa nada, pues solo hay silencio.
Nunca vuelan los pájaros, nunca huelen las flores.
Nunca. Solo la blanca y triste melodía en la noche.
Los rayos de sol no lo atraviesan (huyen).
Las diminutas hormigas lo evitan y se mudan
a sus refugios de polvo subterráneo.
Solo las lágrimas y lo oscuro acuden a su encuentro.
Buscadlo, amigos míos. Lo podréis encontrar
en un rincón frío o en un mar oscuro al atardecer.
En la suave brisa y la calma de un bosque tenebroso.
Lo podréis encontrar con palabras mudas, vacías,
en la noche que envuelve al cementerio.
Dejad que os inunde como una corriente de agua fresca,
rejuvenecedora. Dejad que los recuerdos con dolor y lágrimas
inunden vuestra mente. Aprenderéis entonces a olvidar.
Y amaréis el silencio.
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Azul y amarillo
Azul, amarillo, azul,
amarillo.
Mire a donde mire
sólo encuentro recuerdos de ti
cristalizados en lágrimas de piedra.
Mire a donde mire,
más allá de la oscura noche,
siempre están tus ojos claros,
más allá de la oscura noche,
siempre está tu cabello claro.
Mire a donde mire.
Pero no es real, sólo son
reflejos del vidrio seco, añorante,
de mi ventana.
Pero no es real.
La realidad se perdió hace mucho
tiempo
en aquellas tardes mojadas que hoy
busco,
en aquellos parques, aquellas calles azules.
No quedan amapolas.
No quedan esperanzas.
Pero quedan amapolas
pero están todas rotas, desechas,
podridas, descompuestas, marchitas,
reducidas a cenizas
por una llama demasiado ardiente.
No quedan amapolas.
Pero las que quedan
vuelan lejos, lejos, lejos,
de mis manos,
sobre otras cabezas que nunca serán
las nuestras,
sobre otros rostros.
Pero tus ojos irán, inevitablemente,
a mirar a otros ojos
como nunca (o siempre) miraron a los
míos.
Tu sonrisa buscará otras sonrisas.
Tus manos, otras manos con las que
entrelazarse
(allá en la hierba, tendidos sobre el
parque,
en las calles mojadas y azules).
Mientras tanto,
mis versos y yo nos perderemos en el
viento.
Nos perderemos en el viento
como migajas de pan
seco desgajadas de los árboles.
Nos perderemos en el viento
y ya nunca volveremos a encontrar
ningún camino.
Vagaremos sin rumbo, abandonados a la
nada,
en la miseria de un alma que lo
ha perdido todo
más allá del mar (donde no hay
peces).
Y estaremos
solos, solos, solos,
solamente acompañados
por las amapolas que un día matamos.
Solos.
Y nunca nadie nos devolverá
todos los momentos pasados.
Y nunca nadie nos devolverá
todas las canciones que susurramos
juntos
(ni siquiera aquellas fotografías de
los últimos recuerdos).
Y ya sólo me quedará arrepentirme
por siempre, siempre, siempre,
de nunca haber enseñado a mis besos
a escribir "te quiero" en
tus labios.
-------
Hola
Hola.
Siéntate y escucha.
Hoy vengo a hablarte sin tapujos.
No puedo más.
Por eso, hoy vengo a hablarte.
Sin reglas, sin normas, sin restricciones.
Sin vergüenza ni miedo de las consecuencias.
Porque no puedo aguantarlo.
Solos, desnudos, sin cuerpo,
sólo mi alma frente a la tuya
y sólo las estrellas como mudos testigos.
Hola.
Acércate y escucha.
Soy yo quien siempre quiso el alba.
Quien siempre buscó, detrás del mar, las amapolas.
Pero no hemos venido a hablar de mí.
Acércate y escucha.
Mis labios te contarán cómo seguían
a tus labios rosas deslizándose sobre el aire.
Mis manos te rozarán como acariciaban, en la ventana,
el reflejo de tu rostro.
Mis ojos te explicarán cómo daban saltos de alegría
cada vez que creían ver tu voz dulcificada
entre los espejos rotos del cuarto.
Mi corazón te buscará
como perseguía tus ojos azules, tu cabello amarillo.
Hola.
Bésame y escucha.
No quedan más silencios por los que callar,
sin tapujos, nuestro lenguaje de labios danzantes.
Bésame y escucha.
Y vuelve a besarme hasta que me arranques
el alma misma.
No quiero vida sin besos.
No quiero besos si no son los tuyos.
No, pero los tuyos están
lejos, lejos, lejos.
Pero se acercan en la madrugada de mis sueños.
Vuelve a besarme,
vuelve a arrancarme el alma.
Vuelve. Vuelve.
Volaremos juntos hasta los arcoiris,
volaremos juntos hasta las venas abiertas del cielo
y moriremos juntos,
sin alma, desnudos, sin cuerpo.
No quiero vida sin besos.
Moriremos juntos, abrazados,
nuestros dedos índices unidos
con nuestros labios.
Moriremos juntos o viviremos volando.
No quiero vida sin ti, sin tus besos
que mueren con mis besos.
Por favor.
Bésame y escucha.
Hola.
Te quiero.
-------
Allá donde moran los sueños…
Allá donde moran los
sueños,
quiero
depositar mi vela de papel;
prenderle
fuego y dejar que arda
hasta que
el viento se lleve sus cenizas...
-------
Tras el día…
La
noche.
Volverá la noche.
Volverá la noche más oscura y fría que nunca
y nos devorará a todos la noche.
Y nosotros, que aún guardábamos en cajitas de cartón
los cálidos rayos del día,
moriremos abrazados por no haber vuelto nunca a vernos,
por no haber vuelto nunca nuestros pasos
hacia las lágrimas secas del verano,
por no haber vuelto nunca a escuchar
las canciones que tarareaban los pájaros.
Y nos iremos volando.
Pero permanecerá siempre, inmutable
al olvido del tiempo,
aquel lugar encantado.
Guardará con cierto mimo
todas las briznas de hierba que pisamos mientras jugábamos
a nunca parar de reír.
Guardará nuestros recuerdos,
¡nosotros no nos atrevimos a escribirlos!
Pero la naturaleza es sabia
y sabrá dibujar nuestras pequeñas biografías
en cada hoja de otoño,
en cada copo de invierno,
en cada gota de primavera
y en cada brisa del mar de verano.
Volverá la noche.
Volverá la noche más oscura y fría que nunca
y nos devorará a todos la noche.
Y nosotros, que aún guardábamos en cajitas de cartón
los cálidos rayos del día,
moriremos abrazados por no haber vuelto nunca a vernos,
por no haber vuelto nunca nuestros pasos
hacia las lágrimas secas del verano,
por no haber vuelto nunca a escuchar
las canciones que tarareaban los pájaros.
Y nos iremos volando.
Pero permanecerá siempre, inmutable
al olvido del tiempo,
aquel lugar encantado.
Guardará con cierto mimo
todas las briznas de hierba que pisamos mientras jugábamos
a nunca parar de reír.
Guardará nuestros recuerdos,
¡nosotros no nos atrevimos a escribirlos!
Pero la naturaleza es sabia
y sabrá dibujar nuestras pequeñas biografías
en cada hoja de otoño,
en cada copo de invierno,
en cada gota de primavera
y en cada brisa del mar de verano.
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Anochecer y estrellas
Al
anochecer, lloran los pájaros solos.
Más lejos,
se extiende el delicado vuelo
de una
mariposa.
No hace
falta saber de estrellas para contemplarlas
en la
inmensa soledad de un rincón vacío.
-------
El avión vacío
La triste plaza yace, vacía, en un viernes caluroso.
Miro por la ventana. Rayos de sol reflejados en los coches.
La hierba mecida suavemente por la brisa,
como el mar, aquel mar del horizonte,
lejano, perdido, con sus olas.
Verde parque con sus agujas de pino,
bordeado por franjas oscuras, artificiales.
(Qué bella la naturaleza, qué amargas las calles).
El cielo se eleva inmensamente azul, sin nubes,
tras el largo y duro invierno, frío.
Las minúsculas patitas de las hormigas van
de un lado a otro, vibrantes, sin hacer ruido.
Se esconden en su hermoso mundo subterráneo
para huir de la humanidad, fría y desierta.
Pero eso no es lo que quería contar.
Dejad atrás las hormigas, la hierba, el cielo,
el sol (que me ilumina a través de la ventana).
Los pálidos reflejos que esbozan los coches aparcados.
Eso no es lo importante. Sólo son trocitos de mundo. De realidad.
Lo importante es este parque nostálgico.
El que veo por la ventana. Melancólico, en el que me siento.
En un banco. Tan diferente del nuestro. El soñado.
El lejano. El que no puedo ver. Ni oler. Ni sentir.
Ni tan solo soñar.
Un avión llega ahora mismo. Vacío. Un pasajero menos.
Miro por la ventana. Rayos de sol reflejados en los coches.
La hierba mecida suavemente por la brisa,
como el mar, aquel mar del horizonte,
lejano, perdido, con sus olas.
Verde parque con sus agujas de pino,
bordeado por franjas oscuras, artificiales.
(Qué bella la naturaleza, qué amargas las calles).
El cielo se eleva inmensamente azul, sin nubes,
tras el largo y duro invierno, frío.
Las minúsculas patitas de las hormigas van
de un lado a otro, vibrantes, sin hacer ruido.
Se esconden en su hermoso mundo subterráneo
para huir de la humanidad, fría y desierta.
Pero eso no es lo que quería contar.
Dejad atrás las hormigas, la hierba, el cielo,
el sol (que me ilumina a través de la ventana).
Los pálidos reflejos que esbozan los coches aparcados.
Eso no es lo importante. Sólo son trocitos de mundo. De realidad.
Lo importante es este parque nostálgico.
El que veo por la ventana. Melancólico, en el que me siento.
En un banco. Tan diferente del nuestro. El soñado.
El lejano. El que no puedo ver. Ni oler. Ni sentir.
Ni tan solo soñar.
Un avión llega ahora mismo. Vacío. Un pasajero menos.
-------
Aceptar
He de
aceptarlo. Aceptar que nunca
volverás a
ser mía.
Que nunca
volveré a sentir tu cuerpo cálido
entre mis
brazos y mis manos no podrán
volver a
perderse entre tu cabello castaño.
Que nunca
volverán aquellas tardes y noches,
en aquel
banco, besándonos.
Pero...
¡duele tanto! No puedo.
No puedo
concebir no volver a verte
como lo
hice un día
(hasta
hace tan poco...).
No. Mis
lágrimas gritarán al vacío
palabras
de amor que habrán de perderse
como si
nunca hubieran existido.
Madurarán
y se marchitarán mis ojos
y
conseguirán olvidarte. Pero mis labios no,
mis labios
seguirán esperando los tuyos
en aquel
parque oscuro,
noche a
noche, sentados en aquel columpio
donde por
primera vez se encontraron.
-------
Cementerio de sueños
¿A dónde
van a morir los sueños?
Vagabundos
de su propia memoria (el olvido),
deambulan
por las calles de una eterna necrópolis desierta.
Buscan su
tumba, dejando un rastro de huellas perdidas
que
arranca llantos en las piedras del camino polvoriento.
Ya no hay
lápices de colores que pinten
un bonito
horizonte luminoso. Tampoco
una red de
plástico que atrape las penas.
Ni tan
siquiera falsos muñequitos de cartón en mi mente
que me
susurren que todo irá bien.
Todos los
sueños, hasta los más perfectos,
sólo son
ventanitas de cristal
por las
que observas, apoyado, la luz celestial del día.
Pero un
día la ventana se rompe,
explota en
mil pedazos el cristal
y caes por
ese oscuro hueco que deja.
-------
Volaré más allá del mar
Soy sólo
un ser efímero sin cuerpo
que
escribe a la soledad fría.
Viandante
de la misma calle donde todos soñamos
sueños que
acaban en nada,
donde la
nada lo es todo
y todo es
vacío.
Fiel arpa
rota cuya sagrada nota se perdió
hace ya
mucho tiempo,
me
arrastro por los suelos
como una
hoja reseca, caída de algún árbol,
que va a
parar a parques olvidados.
¿Existe el
amor donde sólo cabe el odio,
donde se
perdió hace tiempo su significado
y solo son
peces asustadizos los que navegan
y huyen de
este mar sangriento?
¿Existe el
amor en estos ojos rotos?
Volaré con
alas de plástico
más allá
del mundo. Más allá
de lo
inimaginable, donde solo quedemos
un cuervo
triste y yo
esperando
en silencio el anochecer.
-------
Demasiado tarde
Todo acabó. Ahora es verdad
lo que un día sólo fue
mentira.
Y las nubes se alejan con
el viento.
Se van lo árboles, la
hierba y las flores.
Puebla un horizonte oscuro
el cielo inmenso.
No me hace falta levantar
todas las piedras del camino
para saber que debajo de
cada una hay una lágrima mía.
Nadie se salva de la
tristeza.
Ni de creer perfecto lo que
no es
y darse cuenta ya demasiado
tarde.
Demasiado tarde para
comprender que la única diferencia
entre un amanecer y el
siguiente
es el inútil número que
cambia en el calendario.
Demasiado tarde. Demasiado
tarde
para dejar de caminar
solos, abandonados desnudos al frío.
Pronto (no digo hoy pero
quizá sí mañana),
se borrarán de la tierra nuestras
huellas
y ya nadie nos dedicará
un pequeño recuerdo en su
mente.
Es demasiado tarde ya para
pensar.
Todos estamos muertos.
-------
El barco de mi
vida
Sentado
a orillas del río
mientras el mundo oscurece,
despido al barco para no verlo más,
cansado ya de la travesía.
mientras el mundo oscurece,
despido al barco para no verlo más,
cansado ya de la travesía.
--------
Muerte
¿Qué queda
cuando la vida,
la triste
vida que llevamos siempre a la espalda,
decide,
por fin responsable de sus actos,
ocultarse
tras el marco infinito de la muerte?
Cuando
sólo puedes llorar a carcajadas,
tienes un
último segundo para hacer algo.
Uno, ¿dos?
No hay dos.
No te
preocupes, ya pasó todo.
Cuando
puedes tumbarte a descansar en la cama
quieres
soñar pero, de repente,
llevándote
las manos a la cabeza
como una
flor marchita que pliega sus pétalos,
descubres
que no quedan sueños.
No hay
árboles, ni hierba, ni flores en el parque.
¡Qué digo!
No hay parque.
Ni lluvia
tras la ventana cuando buscas las lágrimas
de tu
propia imagen reflejada.
Quieres
entonces volar,
por fin
sin ataduras, sin cadenas ni celdas.
Has de
volar
libre.
Eternamente libre.
Volar más
lejos de lo que ningún vivo llegó
con sus
estúpidos aviones de plata.
Volar como
un amante sin alas
hacia el
frío anochecer oscuro,
ya
olvidado.
Amanecerá,
después, de nuevo todo reverdecido,
presa del
irresistible encanto de la falsa primavera.
Un nuevo
día creerá ver la luz
entre las
oscuras ciénagas de madera podrida.
Y
nosotros, espíritus del olvido,
pájaros
negros de la noche,
volaremos
todos juntos, sin vida y melancólicos,
con el
aullido silencioso de una manada de lobos.
-------
Desván olvidado
Bajé
las escaleras.
(Crujían bajo mis pies,
carcomidas por las termitas
que dibujaba de niño).
Encontré el desván cubierto de polvo,
apilados los recuerdos desordenados;
por aquí, por allá,
y en algún rincón el amago roto de un sueño.
Me lamento ahora.
Por el desván carcomido por el tiempo.
Por los sueños que el polvo rompió.
Me voy.
¿Quién no olvida cómo ser pequeño?
(Crujían bajo mis pies,
carcomidas por las termitas
que dibujaba de niño).
Encontré el desván cubierto de polvo,
apilados los recuerdos desordenados;
por aquí, por allá,
y en algún rincón el amago roto de un sueño.
Me lamento ahora.
Por el desván carcomido por el tiempo.
Por los sueños que el polvo rompió.
Me voy.
¿Quién no olvida cómo ser pequeño?
-------
Las cosas pequeñas
Yo siempre he intentado
buscar la belleza, la juventud y la inocencia
de las
cosas pequeñas.
Sin
embargo, siempre vienen esos amantes (feos, viejos y demasiado sabios)
de las
cosas grandes
a quebrar
mis sueños
con sus
verdades en forma de religiones, filosofías y ciencias.
-------
Testamento
Es invierno. Nieva, sobre un paisaje helado y
blanco. Unos cuantos árboles descarnados y sin hojas se elevan a ambas orillas
de un río. En el centro de la escena, entre árboles y de espaldas al flujo del
agua, hay un hombre de aspecto demacrado. Está sentado en un banco roto y
carcomido por el tiempo y habla con la mirada perdida, como si intentara
vislumbrar a un amigo inexistente. Más allá de su voz, sólo se oye silencio.
- Amigo,
¡oh amigo de mi alma, el único!
¿Qué he de
hacer? ¿A dónde ir?
Estoy
perdido, solo,
entre la
nieve blanca y el olvido.
Perdido
entre el sol muerto de noche,
encerrado
tras el muro de invierno
frío,
frío, frío.
>>
Al fin y al cabo, ¿es que alguien no está solo?
¿Es que
alguien no está abandonado, sin ropa y desnudo,
al mundo
ausente y cruel que se extiende hacia todos los lados?
Y la
felicidad, mi felicidad (tan inútil como la vuestra),
¿quién nos
la robó y la guarda?
No os
preocupéis, está enterrada, perdida,
y ya nunca
nadie la encontrará.
>>
Qué estúpidos todos esos inocentes sueños:
sueños de
grandeza, de éxito, de amor...
sueños
felices (de felicidad absurda).
¿Quién no
los tuvo alguna vez?
¿Quién no
cae en su seductora lujuria,
en su
promesa de un futuro imposiblemente bueno?
Pero
simplemente son sueños, mentiras mágicas
con las
que nos engañamos cada mañana
para
despertar sin rajarnos las venas.
Todos.
Todos caemos un día al vacío
(todos,
todo por la felicidad, todos los sueños).
>>
No obstante, ¿acaso importa?
¿Acaso no
fue todo siempre vacío,
todo
siempre nada?
Aunque
creyésemos ver sin ojos
otras
cosas que, en realidad,
eran
escaparates de tiendas con juguetes rotos.
Campos de
flores grises que ya no cantan colores vivos
sino una
lúgubre y triste misa funeraria.
>>
Muerte. Después de todo, más nada (como siempre).
Muerte. El
misterio de su velo negro aún tapa nuestros ojos
que
intentan comprender donde no hay nada.
Que
intentan aún desobedecer y cantar y ser felices
para morir
de nuevo en una tumba de piedra fría.
¿Cuántas
resurrecciones más podremos resistir?
Inexorablemente,
alguna vez nuestro cuerpo ha de decir "no".
Igual que
hacemos nosotros todos los días.
Entonces,
al fin moriremos.
(Y, de
noche, todas las tumbas son igual de negras).
>>
Pero hasta entonces, sólo queda seguir sufriendo
en este páramo
invernal de nieve blanca y río helado,
de bancos
y campos grises
donde
siquiera una rosa roja de amor o una amapola nacen.
Todo quedó
envuelto en una tela vieja y sucia,
en un baúl
roído y roto, abandonado
en el más
inhóspito rincón de un desván olvidado.
Olvido. Me
pregunto por qué no nos entregamos a él, amigo.
Todas las
cosas, hasta las más bellas,
acaban por
tornarse tristes y amargas un día
quizá más
cercano de lo que solemos imaginar.
>> Oh,
alma mía. Mi ser entero y aún más
(o, según
se vea, nada).
Ni siquiera
soy un falso poeta que pueda
ahogar su
pena en versos de tinta oscura.
Ni siquiera
sé escribir. Soy un pobre y maldito
mendigo de
mi propio ser, de mi propia existencia.
¿Y qué
hago sentado en este banco?
Nada.
Absolutamente nada. Soy un cobarde (como siempre).
Igual que
todos. Iguales. Todos somos iguales.
Todos
nacemos como pequeñas criaturas blandas y feas
y vivimos
soñando esperanzas muertas de cartón
que nos mienten despiadadamente.
que nos mienten despiadadamente.
>>
Esperanzas. Sigo teniéndolas. Sigo siendo estúpido.
Pero son
tan encantadoras... ¿y cómo no amar?
Aunque sea
a los alegres pájaros que siempre cantan en los árboles
o a los
grillos entre las hierbas o al gallo al amanecer.
¿Cómo no
amar?
>>
Un momento. ¡Callad, ya no los escucho! Un momento.
¿Soy yo quien
se pregunta por la vida,
por la
felicidad, las esperanzas y el olvido,
por la
alegría, los sueños y el amor?
¿Acaso
importa todo eso?
Al fin y
al cabo, todos estamos muertos.
Un brillo de furia -o
locura- impregna sus desorbitados ojos.
- Si miramos al futuro:
estamos muertos.
Si miramos
al pasado: estamos muertos.
Si miramos
al presente: ya hemos dejado de existir.
Muertos.
Se levanta
enérgicamente, pero ahora su mirada ha perdido todo sentimiento. Sus pies van a
dar con la nieve -casi se oye el crujido de dolor que emite esta-, dejándose
caer como si no tuvieran vida. Comienza a caminar lenta y torpemente,
alejándose poco a poco del centro de la escena, en dirección a la parte
trasera. Mientras camina, continua hablando en tono bajo y profundo.
- Sígueme, amigo, y escucha.
Si alguna
vez alguien preguntara, responde tú
(citando
palabras mías, casi incluso versos):
>> "No
quiero ser recordado por lo que soy.
Tampoco
por lo que fui o podría haber sido.
Eso no
forma parte de mí.
Yo sólo
soy un ser destinado al olvido.
Otro gato
más sentado en el pórtico,
de noche,
donde todos somos grises."
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