jueves, 19 de marzo de 2009

Poemas 8

El aula

El sol reverberaba a través de los cristales,
cayendo cálido sobre la madera gris
y proyectando sus sombras sobre los cuerpos,
tristes, que algún día volarán al viento.
El aula estaba llena de una voz
que trataba de sacar a los frágiles cuerpos
de sus sueños con palabras serias y números.
Las sucias lámparas y la pobre calefacción
pasaban desapercibidas en su tristeza muda,
emitiendo relámpagos de oscuridad y frío.
La vieja y antes blanca pared se elevaba,
en apariencia fuerte, llena de manchas grises,
y gemía, también triste, sola y melancólica,
la inmensidad que envolvía a los sombreados cuerpos.
Solo había vida en un rincón apartado,
un rincón donde un despistado alumno, sin atender,
dejaba volar los sueños en su mano,
escapándose en volutas de humo y suspiros
por los cristales plácidos, abiertos,
y los rayos de sol, resplandeciente en lo alto.


El pájaro muerto


Distribuyen los rayos tormentas por doquier
sobre la hierba de una vida triste.
Los labios lloran palabras de amor, ya sin sentido,

silenciadas por las ardientes lágrimas
de aquel beso que nunca llegará a estallar.
Puede que una rueda gire en el parque,
silenciosa, melancólica, y sin pararse.
Para esperarnos por siempre. Por nunca.


La tumba del pájaro yace sobre la hierba,

seca, y sobre el mar, oscuro.

Quién pudiera haber gritado un susurro

en nuestros oídos, y decirnos que no hay
sueño sino mentira, que no hay cristal sino lluvia.

La bandada seguirá con su caminar ruidoso sobre el viento,

sin darse cuenta de la pérdida, ínfima, de dos individuos.
Tampoco escucharán
los susurros de amor.
Se los llevará el viento.


Y ya no habrá truenos, ni luces (ni tampoco oscuro).

Ni lluvia tras los cristales (ni ventana).

Ni lágrimas. Ni parque. Ni sueño. Ni mentira.

Ya no habrá viento que se lleve los susurros,

pero ellos tampoco estarán. El amor será perdido (imposible).

Ni gota de agua, vacía y sin vida.

La rueda parará, pero ya no tendrá importancia.

El pájaro seguirá muerto.



El avión vacío

La triste plaza yace, vacía, en un viernes caluroso.
Miro por la ventana. Rayos de sol reflejados en los coches.
La hierba mecida suavemente por la brisa,
como el mar, aquel mar del horizonte,
lejano, perdido, con sus olas.
Verde parque con sus agujas de pino,
bordeado por franjas oscuras, artificiales.
(Qué bella la naturaleza, qué amargas las calles).

El cielo se eleva inmensamente azul, sin nubes,
tras el largo y duro invierno, frío.
Las minúsculas patitas de las hormigas van
de un lado a otro, vibrantes, sin hacer ruido.
Se esconden en su hermoso mundo subterráneo
para huir de la humanidad, fría y desierta.

Pero eso no es lo que quería contar.
Dejad atrás las hormigas, la hierba, el cielo.
El sol (que me ilumina a través de la ventana).
Los pálidos reflejos que esbozan los coches aparcados.
Eso no es lo importante. Solo son trocitos de mundo. De realidad.

Lo importante es este parque nostálgico.
El que veo por la ventana. Melancólico, en el que me siento.
En un banco. Tan diferente del nuestro. El soñado.
El lejano. El que no puedo ver. Ni oler. Ni sentir.
Ni tan solo soñar.

Un avión llega ahora mismo. Vacío. Un pasajero menos.

sábado, 14 de marzo de 2009

Diálogo de besugos


(Dos hombres iguales se encuentran caminando, literalmente, por un río).
Hombre 1: -Hola, te llamas Mario.
Hombre 2: -¡Oh! Yo también, encantado.
H1: -Hace mucho que no venía por una calle tan húmeda.
H2: -¡Oh! Sí, parece que va a llover.
H1: No, ayer ya hice carne para comer, vas a tener que esperar al menos hasta mañana.
(El cielo azul se elevaba sobre ellos, sin nubes, y con un sol resplandeciente que hizo brillar el reloj del segundo hombre, el cual tenía puesto al revés)
H2: -¡Oh! Creo que he visto brillar algo dorado. ¡Quizá haya oro en esta calle!
H1: -Me gusta mucho tu reloj, tiene los números al revés, es muy original.
H2: -¡Oh! Arte histórico, ya sabes, como ese de los relojes derretidos, no sé si era Leonardo Da Vinci o Di Caprio.
H1: -No, Di Caprio fue el que escribió "La Gioconda". ¡Anda! ¿Estuvo ella aquí?
H2: ¡Oh! ¡Sí, seremos famosos! Todos los que pisan una piedra por primera vez lo son.
(Ambos esbozan una ilusionada e inocente sonrisa, como la de un niño al recibir una piruleta).
H1: -Pero no estamos pisando una piedra, estamos pisando esta calle húmeda. Que, por cierto, es demasiado larga y sigo sin ver ningún edificio, solo el parque este por todos lados.
(Se quedan un momento los dos parados, pensando. De repente, el primero sale corriendo hacia el borde del río y pisa una piedra).
H1: -¡Ahora sí que seré famoso! ¡Pero yo y solo yo! ¡Muajajajaja! (risa de psicópata).
H2: -¡Oh! ¡Serás...! ¡Ahora te enterarás!
(Se tira a por él, pero falla, cayendo al suelo.)
H1: -¡Olé! Como una vez le dije a un ácaro: ¡esta vez tú muerdes el polvo!
H2: -¡Oh! ¡Qué chiste más malo!
(Ambos empiezan a reir a carcajadas y el segundo también cae al suelo por la risa. Después de un rato, se levantan y siguen caminando).
H1: -¿Qué dura es la vida, verdad?
H2: -¡Oh! Sí, parece que te vas a encontrar una piedra y al final son dos.
H1: -Y luego nos hacemos famosos. Bueno, no, ¡me hago famoso! ¡Muajajajaja! (Risa de psicópata de nuevo).
H2: -¡Oh! ¡Serás...! ¡Ahora te enterarás!
(Se tira a por él de nuevo y esta vez sí acierta y caen ambos al suelo).
H2: -¡Oh! Como yo le digo a un hombre que me he encontrado poco antes de que lloviera: la vida son tortitas de maíz, mi querido pardillo.
H1: -¡Qué gran frase!
(Ambos empiezan a reír de nuevo a carcajadas. Después de un rato, se levantan, empapados, y siguen caminando).
H1: -Noto un cosquilleo entre la ropa.
(Un pececillo resbala por su camiseta y cae de nuevo al río).
H2: -¡Oh! Será el cambio climático, he escuchado que es muy malo.
H1: -¡Y la crisis! Dicen que hay que apretarse el cinturón, yo ya tengo unas marcas...
H2: -¡Oh! Bueno, volviendo al tema, ¿por qué venías por aquí?
H1: -Pues nada, acababa de tomarme un helado, oí unos pájaros y decidí venirme por aquí a ver una obra de teatro.
H2: -¡Oh! Parecido que yo: acabo de ver una obra de tratro, oí unos pájaros y decidí venirme por aquí a tomar un helado, antes de que llegue la tormenta y se derrita.
H1 (Pensativo) : -Sí, hace mucho que no oigo ningún pájaro.
H2: -¡Oh! Nunca te bañarás tres veces en las mismas aguas de un río. A la tercera va la vencida: te ahogarás.
H1: -Nunca digas nunca, pues si siempre dices siempre, siempre podrás decir nunca lo que dices siempre. Aunque siempre todo el mundo dirá que nunca dices siempre lo que a veces dices nunca.
H2: -¡Oh! Interesante conclusión. Yo no te puedo no decir lo que no es verdad, por lo que no te diré que no has dicho nada con lo que no pueda no estar en desacuerdo contigo.
H1: -Tienes razón, como bien decía yo: la vida es una caja de tortitas de maíz donde para ser famoso solo hace falta tomar un helado en una calle húmeda, ir a ver una obra de teatro en la que no se oyen pájaros, morder polvo en los ácaros o escribir "El Partenón", como la Gioconda. O también ver fantasmas.
H2: -¡Oh! ¿Sabes? Yo creo en los fantasmas. Y los veo. Es más, creo que hasta te estoy viendo a ti. ¡Seré famoso!
H1: ¡Seremos famosos!
Ambos: -Muajajajajajaja (Echan la cabeza a la vez hacia atrás quedándose parados y riéndose de nuevo como si fueran psicópatas).
H2: -¡Oh! Por cierto, yo te he dicho mi nombre, pero tú no. ¿Cómo te llamas?
H1: -Mario.
H2: -¡OH! Encantado, ¡yo también!