domingo, 14 de diciembre de 2008

Sin título I

Volver a escuchar tu voz rozando el viento y llegando a mí,
volver a sentir en la oscuridad la luz de tu sonrisa,
encontrar tu mirada en la mía y notar nuestras almas próximas,
sentirte a mi lado aunque fuese un instante.

Hiela el frío gotas de agua suspendidas un segundo en el aire,
caen hojas del otoño presas como el llanto de los árboles,
el viento caprichoso las sacude y las arrastra
a rincones oscuros en olvidados parques.

Deposita la humanidad los desechos en sus caminos de cemento
y forma con la lluvia un ungüento apetitoso,
a donde van a parar las hojas caídas para terminarlo,
mientras los hombres caminan tranquilos por la calle.

Allí irá mi cuerpo y mi alma, por el sendero de la pena,
atravesando profundos mares de lágrimas
y desiertos de sentimientos,
para encontrar mi lugar, entre los desechos, entre los llantos,
entre las hojas caídas,
y mientras ahí arriba solo escuchan el canto de los pájaros,
yo solo puedo no dejar de amarte.

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