jueves, 1 de octubre de 2009

Poemas 12



Mariposa atada

La brisa del patio mecía
los pequeños árboles verdes.
En un rincón,
una mariposa azul sacudía tintineante
las cadenas que frenaban su vuelo.


Sin título IX

Para ver que todo se acaba
sólo hace falta acariciar el aire,
en la mañana,
más frío y ausente que nunca.


¿Quién no quisiera?

¿Quién no quisiera devolver la ardiente luz de antaño
a los tristes días de hoy?
Volver a sentir mi mano estrechando la tuya,
y suspirar, de nuevo, juntos.

¿Quién no quisiera olvidar para siempre
el negro placer del llano?
Y recordar cómo se sonreía,
cada mañana, a la salida del sol.

¿Quién no quisiera, como entonces,
volar hacia un horizonte de esperanzas abiertas?
Los pájaros se apartaban de nuestro vuelo
y, maravillados, se perdían observándonos.

¿Quién no quisiera poder amar por siempre
y sentirse tan próximo a Ella
que en tu felicidad hicieras caer,
desde el cielo, confetis en forma de rosas?

¿Quién no quisiera
no caer en el olvido?


Sin título X

Volverán alguna vez los tristes días de antaño,
más tristes aún,
a poblar, melancólicos, nuestros sueños.


Llamada desesperada

Necesito un abrazo. Un leve vestigio
de que ella sigue ahí
y no la he perdido entre mis brazos.
Los rayos de sol hieren más
que cualquier arma que invente un ser humano
si los observas sin ojos en la mañana desierta.
A la noche, las estrellas van empequeñeciendo poco a poco
como si fueran delicadas mariposas doradas
que se alejan de flor en flor hacia el olvido.
Donde hubo un día tierra firme y verde,
ahora hay un mar tormentoso e inestable
cuyas lágrimas lo desbordan todo.
Sueños rotos (amagos de sueños),
demasiado cansados para caminar hasta su tumba
se desperdigan en una orilla de gris ceniza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario