domingo, 19 de octubre de 2014

Capitaclismo

No tropieza la vida en mis pasos, ni vacila:
hemos de cambiar el mundo, no hay otra salida.
(Adonis)


Nos llamó un día a la puerta.
Tenía aún las manos manchadas de sangre
y el cuchillo entre los dientes.
Lo dejamos entrar sin preguntas,
casi por pena le dimos una habitación en nuestra casa.

Pero siguió volviendo todos los días
con nueva sangre y cuchillos
y después armas automáticas.
También trajo a sus amigos:
el dinero y la (mala) ambición.

No compartíamos sus métodos pero
le habíamos cogido ya cierto cariño,
a veces le escuchábamos y asentíamos,
incluso llegábamos a comprender sus explicaciones
o cerrábamos los ojos.


Me hace gracia eso de que
"el capitalismo es lo menos malo".
Como si alguien hubiera pedido "lo menos malo".
Como si "lo menos malo" valiera,
como si fuera una explicación para algo,
para tantos siglos de muertes.
Como si después de miles de años de historia,
es más,
después de toda nuestra única vida
fuera suficiente decir "es lo menos malo",
y pudiéramos conformarnos con eso,
y debiéramos dejar de luchar.

Me llamaréis soñador
pero que le den por culo al capitalismo.
"Os escupo en la cara", que diría Lorca.
No voy a economizar en escupitajos
hasta que el dinero se llene de babas
y, por fin, nos dé asco tocarlo.

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