jueves, 23 de septiembre de 2010

II


Oxford.
Ciudad de sueños perdidos.
Ciudad de recuerdos
que un día fueron dulces
y hoy se volvieron amargos.


Te recuerdo ahora como una vieja tarde de verano.
Una tarde de amistades demasiado locas y lejanas,
de pensamientos demasiado alegres,
de amores imposibles.


Oxford.
En mi memoria aún viven
tus calles mojadas y azules,
tu fresca soledad al alba
y la reconfortante melancolía de tus noches.


Seguiremos caminando como tontos obcecados.
Nunca nos daremos cuenta del verdadero valor de aquellos viejos edificios,
de la belleza con que nuestros pasos resonaban sobre la hierba,
sobre el cielo nublado y gris,
donde siempre recordaré (triste, azul y mojada)
aquella vieja tarde de verano.

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