jueves, 23 de septiembre de 2010

Oxford

I

Oxford.
Vuelvo a ver aquellas fotografías de los últimos recuerdos
que pasé contigo.
Apenas apagadas por el tiempo,
siguen vibrando en mi memoria,
evocando perfumes de nubes y flores
y dulces silencios en los momentos alegres.

Vuelvo a estar con vosotros, mis lejanos amigos,
¿quién no quisiera revivir aquellas tardes de sonrisas
y locura irrefrenable donde la única verdad era
que no existía el tiempo en aquellos parques verdes,
en aquellas calles mojadas y azules?
(Demasiado tarde descubrí que todo era mentira).

O quizá fuesen más especiales las mañanas grises,
lluviosas, donde, como súbita niebla feliz,
una halo de esperanza brillante me cubría
con tan sólo pensar en vosotros y en ella.

Oxford.
Vuelvo a llorar.
Las lágrimas son las mismas que descendieron
otro día por los arrabales tristes de mis mejillas,
aquellas mismas que fueron a formar un charco congelado
al duro suelo de aquel taxi gris que nos llevaba al olvido.

Oxford.
Bien es cierto que en Santander también llueve.
Pero no es la misma lluvia.
Esta lluvia es triste, añorante y amarga,
está podrida por dentro.
Esta lluvia no es la que me hacía sonreír
a los sémaforos.
No, esta lluvia sólo es un velo negro
tras el que se ocultan aquellos viejos recuerdos
que hoy guardan luto,
aquellas tristes mitades de sonrisas rotas,
de corazones rotos,
que ya sólo saben rememorar anhelantes
aquellas viejas y mojadas fotografías de los últimos sueños.

1 comentario:

  1. Dios mío! Casi me haces llorar! Que recuerdos tan bonitos y tan especiales. Que días mágicos que pasamos en Oxford sin ninguna preocupación, viviendo el día a día y esperando a que nunca terminara, todas las risas, aventuras, momentos que nunca podré olvidar, pero sobretodo personas que hicieron que ese verano del 2010 fuera muy pero que muy especial. Y tú Mario fuiste una de esas personas que lo conseguiste! Espero que nunca lleguemos al olvido y que almenos, aunque sea por facebook, email o mediante blog sigamos hablando! Muchos besos!

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