lunes, 14 de julio de 2014

Soy yo el culpable

Soy yo el culpable
de haberme enamorado de tus ojos,
de haber escrito tantas veces tu nombre
en silencio y en el aire.

Que sí, que sí...
Que soy yo el culpable de haberme emborrachado con tu pelo,
de las noches de besos en invierno
y de las risas
y del mar allá a lo lejos.

Que soy yo, si tu olvido duele,
si nunca dimos con la palabra adecuada,
si la danza de tus tacones sonaba mejor que las olas,
si sabía a más que esta orilla cenicienta
del deseo náufrago.

Que si los campos verdiocres de Navarra
me recuerdan a tu cuerpo,
no son las viñas cercanas de la Rioja
que en vino y en vano besaban tus labios
a menudo y con pasión;
que soy yo.

Que sí,
anda,
que sí.
Que lo sé.
Que soy yo el culpable.
Desaparece tranquila.

Toma tu camino que yo buscaré el mío
o al menos un afluente o una encrucijada
donde poder pararme a no pensar.

Vete
con tus pechos y repechos,
con tu nombre de sed.
Que ya sé que soy yo el culpable
de esta orilla de sexo.
Desaparece tranquila.

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