viernes, 12 de diciembre de 2014

Nanorrelatos

I

Un día abrí los ojos y me encontré el mundo patas arriba. Aún no sé si es la realidad o me convertí en un murciélago. Pero no vuelo.


II

Antes de morir, viajó a Ginebra para verter sus recuerdos en el acelerador y así deshacerlos en millones de nanopartículas de olvido.

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